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Sn. Jn. 13, 21-33.36-38

HOMILÍA DEL DÍA, MARTES SANTO- POR FR. ISAURO COVILI

Martes 7 de abril de 2020

Estamos en el segundo día de la Semana Santa. Los textos del evangelio de estos días nos confrontan con los hechos terribles que llevarán a la detención y a la condena de Jesús. Los textos nos traen sólo las decisiones de las autoridades religiosas y civiles contra Jesús, pero no nos relatan las traiciones y negaciones de los discípulos que posibilitaron la detención de Jesús por parte de las autoridades y contribuyeron enormemente a aumentar el sufrimiento de Jesús.

Después de haber lavado los pies de los discípulos (Jn 13,2-11) y de haber hablado de la obligación que tenemos de lavarnos los pies unos a otros (Jn 13,12-16), Jesús se conmueve profundamente. Y no era para menos. Mientras él estaba haciendo aquel gesto de total entrega de sí mismo, a su lado un discípulo estaba tramando cómo traicionarlo en aquella misma noche. Jesús expresa su conmoción y dice: En verdad les digo: uno de ustedes me entregará. No dice: Judas me entregará, sino uno de ustedes. Alguien del círculo de amistad será el traidor.

Judas, en el texto se manifiesta como el traidor, se convierte en un endemoniado, (Jn 13,27). Judas va a encarnar el poder de las tinieblas que va a ser vencido por Jesús (Jn 18,1-13), por eso el evangelista Juan dirá que era de noche.

Comienza la glorificación de Jesús. Es como si la historia hubiese esperado este momento de separación entre la luz y las tinieblas. Satanás (el adversario) y las tinieblas entran en Judas cuando decide de ejecutar aquel que está tramando. En este mismo instante se hace la luz en Jesús que declara: Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo y le glorificará pronto.

Que en estos días santos, podamos mirar en profundidad nuestras existencia y ver de qué manera voy por la vida: glorificando a Dios por medio del cultivo de virtudes o bien a veces traicionándolo como Judas o negándolo como Pedro.

Fraternalmente, Fr. Isauro.

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