Miércoles 24 de abril de 2019
“Queridos hermanos y hermanas: seguimos con nuestra catequesis sobre la quinta petición del Padrenuestro que dice: «como nosotros perdonamos a los que nos ofenden». Dios ama infinitamente a cada uno de nosotros. Dependemos totalmente de Él, de quien recibimos todo, la vida del cuerpo y la de la gracia. Y porque sabemos que nos ama, tenemos también la seguridad de que nos perdona, pues somos pecadores y con necesidad de pedirle siempre perdón”, lo dijo el Papa Francisco en la Audiencia General del último miércoles de abril de 2019, continuando con su ciclo de catequesis dedicadas a la oración del Padre Nuestro.
En su catequesis, el Santo Padre recordó que, es el propio hombre el que está en deuda con Dios, nuestra vida no sólo fue querida, sino también amada. “En la Iglesia no hay hombres ‘auto-constituidos’ – precisó el Pontífice – hombres que se hayan hecho a sí mismos. Todos estamos en deuda con Dios y con muchas personas que nos han dado condiciones de vida favorables. Nuestra identidad se construye a partir del bien recibido”.
Por ello, el Papa Francisco dijo que, quien ora aprende a decir "gracias" y pide a Dios que sea benevolente con él o ella. Por mucho que nos esforcemos, queda siempre una deuda insuperable ante Dios, que nunca podremos devolver: Él nos ama infinitamente más de lo que nosotros le amamos a Él. Además, el Pontífice señaló que, por mucho que nos comprometamos a vivir según las enseñanzas cristianas, en nuestras vidas siempre habrá algo de que pedir perdón: pensemos en los días que pasamos perezosamente, en los momentos en que el resentimiento ha ocupado nuestros corazones. Son estas experiencias, lamentablemente no raras, las que nos hacen implorar: "Perdona nuestras deudas, pidamos perdón a Dios"
En este sentido, el Santo Padre explicó que, la invocación podría haberse limitado a esta primera parte (Perdona nuestras deudas); en cambio, Jesús la estableció con una segunda expresión que hace una con la primera. La relación de benevolencia vertical por parte de Dios se refracta y está llamada a traducirse en una nueva relación que vivimos con nuestros hermanos. El Dios bueno nos invita a ser a todos buenos. Las dos partes de la invocación están unidas por una conjunción despiadada: ‘cómo’. Todo cristiano sabe que el perdón de los pecados existe para él, precisó el Papa, nada en los Evangelios nos hace sospechar que Dios no perdona los pecados de quien está bien dispuesto y pide ser abrazados de nuevo.
El Papa Francisco explicando la fuerza de la gracia divina recordó que, la gracia de Dios, tan abundante, es siempre exigente. Los que han recibido tanto deben aprender a dar tanto, es por ello que en el Evangelio de Mateo, inmediatamente después de darnos el texto del "Padre nuestro", el evangelista se detiene en la expresión del perdón fraterno. “Pero esto es fuerte dijo el Papa hablando espontáneamente, a veces he oído a la gente decir: ¡Nunca perdonaré a esa persona! Lo que me hicieron nunca lo perdonaré. Pero Dios, si tú no perdonas, Dios no te perdonará. Tú cierras la puerta. Pensamos, si somos capaces de perdonar, si no perdonamos”. Narrando la historia de un sacerdote y la confesión una anciana mujer que estaba a punto de morir, el Papa contó que la mujer estaba arrepentida de sus pecados, pero no perdonaba a los demás y el sacerdote se quedaba muy angustiado porque esta mujer cerró las puertas a Dios. “Aquí – precisó el Pontífice – encontramos de nuevo el vínculo entre el amor a Dios y el amor al prójimo. El amor llama al amor, el perdón llama al perdón”.
Asimismo, el Santo Padre presentó otra parábola del Evangelio de Mateo dedicada al perdón fraterno, la parábola del “siervo malvado” que había contraído una enorme deuda con su rey, que le fue condonado completamente. “Una gracia inesperada – afirmó el Papa – pero fue este mismo siervo, inmediatamente después, quien se enojó con uno de sus hermanos que le debía cien denarios y, aunque esta cifra era accesible, no aceptó excusas ni peticiones. Así que, al final, el Amo lo llama y lo condena. Porque si no se esfuerzan en perdonar, no serán perdonados; si no te esfuerzas en amar, ni siquiera serás amado”.