Lunes 24 de septiembre de 2018
En una iglesia de San Francisco repleta y bajo el lema "Confiados en tu misericordia reconstruimos tu Iglesia, Señor", se celebró la multitudinaria celebración, que comenzó con lectura de la solicitud realizada al Papa Francisco, por medio de la Penitenciara Apostólica, para dar inicio al Año Jubilar y de la indulgencia plenaria para todas las personas que visiten el templo a contar de este 23 de septiembre de 2018 hasta el 23 de septiembre de 2019.
Para ello y tras la proclamación del Evangelio de Lucas, se leyó el Decreto del Año Jubilar, que entre sus puntos más importantes "concede de buen grado el Año Jubilar con la Indulgencia plenaria aneja, bajo las condiciones acostumbradas (confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Sumo Pontífice) a los fieles verdaderamente arrepentidos y movidos por la caridad, para que puedan ganarla en la iglesia parroquial de San Francisco de la Alameda, y puedan también aplicarla como sufragio por las almas de los fieles todavía en el Purgatorio", señala.
"Los devotos cristianos enfermos, impedidos por la ancianidad, la enfermedad o por otra causa grave, podrán ganar la Indulgencia plenaria si, arrepentidos de sus pecados y con la intención de cumplir, en cuanto les sea posible, las tres acostumbradas condiciones, ante una pequeña imagen mariana se unen espiritualmente a las celebraciones jubilares, ofreciendo sus oraciones y dolores a Dios misericordioso por medio de María", agrega.
Posteriormente, vino la apertura de la Puerta Santa por parte del cardenal Ricardo Ezzati, haciendo ingreso al templo junto a toda la feligresía, momento en que es elevado el Libro de los Evangelios, para dar paso a la Santa Eucaristía.
En su homilía, el Arzobispo de Santiago exhortó a los asistentes a ver este Año Jubilar como un tiempo de gracia: "El Año Jubilar nos invita a alcanzar una meta más alta. Nos invita a descubrir los signos de gracia y misericordia que el Señor ha hecho presentes en este lugar de bendición".
"Más que nunca, en estos días, los miembros de la Iglesia de Santiago necesitamos de este espacio espiritual donde implorar el perdón misericordioso de Dios por nuestras culpas y su indulgencia por los abusos y delitos más graves que han cometido algunos hermanos y hermanas de nuestra comunidad. Que este lugar y lo que en él acontezca en el Año Jubilar, constituya a la más radical conversión de cada miembro de nuestra iglesia y a los criterios del Evangelio de Jesús", añadió el Arzobispo de Santiago.
Continuó: "Desde lo más hondo del corazón, en nombre de la Arquidiocesis de Santiago, imploro de quienes han sido abusados por miembros de nuestra comunidad, especialmente consagrados, el perdón y la ayuda necesaria para que nunca más estos delitos tengan lugar entre nosotros".
Luego, y a la luz de la Palabra proclamada, reflexionó: "Les confieso que, meditando el texto evangélico, me pareció ver reflejado el desconcierto eclesial de nuestros días. Cuando el escándalo es grande, hace dudar y hasta perder la fe. Muchos discípulos se han alejado de Jesús y han dejado de acompañarlo. Corresponsables de esta tragedia, debemos pedir perdón y de cara a la provocación de Jesús a los Doce, dirigida también a nosotros, hacer nuestra la humilde confianza de Pedro (...) En el torbellino de un contexto de crisis existencial, de identificación personal y comunitaria, Josué pide definiciones valiente y coherentes (...) Siempre los tiempos de crisis, exigen valientes definiciones".
Por último, el pastor de Santiago señaló que "en este Año Jubilar, Jesús nos invita a conjugar mejor el verbo amar. A conjugarlo en la vida diaria y como Él lo hizo. Es el camino que el Papa Francisco le ha pedido a la Iglesia de Chile, construyendo una iglesia profética que sabe poner en el centro lo importante".
Para el Ministro provincial de la Orden Franciscana en Chile, Fr. Isauro Covili Linfati, OFM, este día es muy particular, ya que "es una gracia tener esta concesión por parte del Papa del Año Jubilar por los motivo de los 400 años del templo y toda esta experiencia espiritual, permitirá no solo a los feligreses de aquí del templo, sino que a toda la iglesia chilena, poder reencontrarse con sus raíces, con su fe y con el seguimiento de Jesús".
El Fraile Santiago Andrade Triviño, OFM, Guardián de la Fraternidad de San Francisco de la Alameda, por su parte, sostuvo que "el Señor siempre nos da signos, y uno de los signos potentes precisamente, es este. Ha permitido que nosotros los cristianos, nos podamos rehabilitar de todas estas situaciones que estamos viviendo, tomar mayor conciencia de nuestra vocación y sobre todo, del testimonio que debemos dar. Es un tiempo que debemos aprovechar en todas sus instancias".
El templo de San Francisco de la Alameda, comenzó a construirse en el año 1572, después de la llegada de los primeros franciscanos en el año 1553 y fue consagrado en el año 1579 por Monseñor Pedro de Azuaga, Obispo de Santiago, concluyéndose definitivamente en el año 1618.