Jueves 14 de febrero de 2019
El Papa Francisco participó en la inauguración de la 42° sesión del Consejo de los Gobernadores del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA), un organismo especial de las Naciones Unidas cuyo mandato consiste en ayudar a las mujeres y los hombres de las zonas rurales, mejorar su seguridad alimentaria y la calidad de los alimentos con el fin de aumentar sus ingresos y su capacidad de resistencia. La cita tuvo lugar en la Sede de la FAO en Roma.
En su discurso, el Santo Padre recordó que su presencia en esta reunión tiene como fin traer los anhelos y necesidades de la multitud de hermanos nuestros que sufren en el mundo:
“Me gustaría que pudiéramos mirar sus rostros sin sonrojarnos, porque finalmente su clamor ha sido escuchado y sus preocupaciones atendidas. Ellos viven situaciones precarias: el aire está viciado, los recursos naturales esquilmados, los ríos contaminados, los suelos acidificados; no tienen agua suficiente para ellos mismos ni para sus cultivos; sus infraestructuras sanitarias son muy deficientes, sus viviendas escasas y defectuosas”, afirmó.
Y para lograr que el mundo deje de ser indiferente ante el clamor de los más olvidados y “vencer la batalla contra el hambre y la miseria”, el Pontífice subrayó que es necesario que podamos escuchar "pero no como un slogan sino de verdad":
“El hambre no tiene presente ni futuro. Solo pasado. Para esto, es necesario la ayuda de la comunidad internacional, de la sociedad civil y de cuantos poseen recursos. Las responsabilidades no se evaden, pasándolas de unos a otros, sino que se van asumiendo para ofrecer soluciones concretas y reales”, añadió.
Y en este contexto, el Obispo de Roma hizo hincapié en que la Santa Sede siempre ha alentado los esfuerzos desplegados por las agencias internacionales para afrontar la pobreza: “Ya en diciembre de 1964 san Pablo VI, pidió en Bombay (India) y posteriormente reiteró en otras circunstancias, la creación de un Fondo mundial para combatir la miseria y dar un impulso decisivo a la promoción integral de las zonas más depauperadas de la humanidad. Desde entonces, sus sucesores no hemos cesado de animar e impulsar iniciativas semejantes, uno de cuyos ejemplos más notorios es el del FIDA”.
Asimismo, el Papa recordó que para lograr los objetivos que conforman la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, elaborada por la comunidad internacional, la aportación del FIDA resulta imprescindible especialmente en cuanto a la erradicación de la pobreza, la lucha contra el hambre y la promoción de la soberanía alimentaria.
“Nada de ello será posible sin lograr el desarrollo rural, una meta de la que viene hablándose desde hace tiempo pero que no termina de concretarse”, dijo Francisco señalando la paradoja de que buena parte de los más de 821 millones de personas que sufren hambre y malnutrición en el mundo; "viven en zonas rurales, se dedican a la producción de alimentos y es campesina".
La clave para acabar con el hambre, por tanto, es promover el desarrollo de las áreas rurales: “se trata de lograr que cada persona y cada comunidad pueda desplegar sus propias capacidades de un modo pleno, viviendo así una vida humana digna de tal nombre”; pero no aplicando un sistema de órdenes que se ejecuten de arriba hacia abajo; "sino trabajando con ellos y para ellos", ya que "un pueblo que recibe una ayuda que genera dependencia no puede desarrollarse".
Y al respecto, el Sucesor de Pedro exhortó a cuantos tienen responsabilidad en las naciones y en los organismos intergubernamentales, así como a quienes pueden contribuir desde el sector público y privado; “a generar los cauces necesarios para que puedan implementarse las medidas adecuadas en las regiones rurales de la tierra, para que puedan ser artífices responsables de su producción y progreso”.
Para ello, es necesario fomentar una “ciencia con conciencia”- aseveró Francisco- y poner la tecnología realmente al servicio de los pobres: “Las nuevas tecnologías no deben contraponerse a las culturas locales y a los conocimientos tradicionales, sino complementarlos y actuar en sinergia con los mismos”.
Por último, el Santo Padre concluyó su discurso animando a todos los que trabajan de forma habitual en el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola, “para que sus trabajos, desvelos y deliberaciones sean en beneficio de los descartados y víctimas de la indiferencia y el egoísmo; y podamos ver la derrota total del hambre y una copiosa cosecha de justicia y prosperidad”.