Miércoles 28 de septiembre de 2022
En la catequesis de la audiencia general de este miércoles, el Santo Padre retomó el tema sobre el discernimiento cuyo elemento principal es la oración, que permite dirigirnos a Dios como a un amigo, con la espontaneidad y afecto.
Como dijo el Santo Padre es, “un acto importante” que nos permite tomar decisiones y hacer elecciones esenciales en nuestras vidas. Y así como es importante escuchar al corazón para tomar buenas decisiones, la oración afectiva permite entrar en intimidad con el Señor, como con un amigo que quiere nuestro bien y no nos chantajea.
Para el Pontífice este es el secreto de la vida de los santos, la “familiaridad y confidencia con Dios, que crece en ellos y hace cada vez más fácil reconocer lo que a Él le agrada”.
Una familiaridad que también permite vencer el miedo o dudar de que la voluntad de Dios sea realmente “por nuestro bien”.
“El discernimiento no pretende una certeza absoluta, porque se refiere a la vida, y la vida no siempre es lógica” y no se puede encerrar en “una sola categoría de pensamiento” y “aunque queramos saber con precisión qué habría que hacer, e incluso logramos saberlo, no actuamos en consecuencia”, aclara el Santo Padre.
Y que del mismo modo da a entender que el: “signo del encuentro con el Señor es la alegría”, pues la tristeza o el miedo, son signos de lejanía de Él. El Pontífice advierte que a si bien “discernir no es fácil, porque las apariencias engañan” y la familiaridad con Dios puede resolver las dudas y temores con suavidad, “haciendo nuestra vida cada vez más receptiva a su “amable luz”, frase del beato John Henry Newman.
“Pidamos esta gracia: vivir una relación de amistad con el Señor, como un amigo habla al amigo. Es una gracia que debemos pedir los unos por los otros: ver a Jesús como nuestro Amigo más grande y fiel, que no chantajea, sobre todo que no nos abandona nunca, tampoco cuando nos alejamos de Él”, concluyó Francisco.